• Buen plato de pasta para poder disfrutar del sabor del bosque y el dulzor de los tomatitos no nos lo podemos perder en una buena comida con familia o amigos.
  • 320 g de pasta
  • 300 g de setas surtidas congeladas
  • 200 g de tomatitos Cherry
  • ½ cebolla
  • 2 dientes de ajo
  • Queso Parmesano en escamas
  • 1 cayena
  • Aceite de oliva virgen
  • Agua para la cocción
  • Sal

Pelar la cebolla y los ajos y picarlo en daditos.

Lavar los tomates y cortarles el pedículo esto nos facilitara mejor a la hora de cocinar.

Sofreír en un poco de aceite la cebolla y los ajos.

Incorporar las setas y cocinar hasta que se evapore el agua de su congelación.

Añadir los tomatitos y cocinar hasta que los mismos se rompan, salar y reservar caliente.

Cocer la pasta en abundante agua con sal, dejarla al dente y escurrirla.

Añadir a la salsa un poco de agua de cocción y saltear la pasta para que adquiera todos los sabores.

Servirla con láminas de queso por encima.


J. M. Occhi - 04 · Mayo - 2021
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Entre las muchas formas de pasta que ofrece la tradición culinaria italiana, los tortiglioni son sin duda una de las formas cortas más queridas y apreciadas por su versatilidad. Es una de las variantes de los macarrones, un tipo de pasta corta con forma tubular. La peculiaridad de los tortiglioni es el patrón en espiral de las líneas. Son muy similares a los rigatoni (otra variante de los macarrones) con respecto a los cuales tienen una forma menos lineal y más arqueada e inclinada (los rigatoni en cambio son más rectos): de hecho, esta es la única diferencia notable entre estas dos formas de pasta. Son apreciados y ampliamente utilizados especialmente en la cocina del centro de Italia; ahora son bien conocidos y apreciados en toda Italia. Por tanto, los tortiglioni son ideales para recetas con salsas espesas, sabrosas y con mucho cuerpo.


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Nuestra sociedad está acostumbrada a tener sal a su disposición. Por eso, quizás, damos poca importancia a un elemento que, sin embargo, sigue siendo esencial y vital para nosotros. El de la sal es una historia antigua. Su uso se remonta al Neolítico, o hace 10.000 años, cuando se convirtió en parte de la vida humana como conservante de alimentos. La palabra deriva del latín "sal", que a su vez se origina en la palabra griega "als", o "extensión salada". En la antigua Roma, la sal se utilizaba para ofrendas a los dioses, en la cocina, en la medicina, para el curtido de pieles, en la metalurgia y sobre todo para conservar durante mucho tiempo alimentos fácilmente perecederos como carnes, pescados, aceitunas y quesos.